29 de julio de 2010

Punto a punto...

Llevo meses sin dedicar tiempo a la escritura y hoy he vuelto a darme cuenta de que mi caos es resultado de las palabras no expresadas que me queman las entrañas. Esos sentimientos maltratados por mi miedo a base de latigazo y opresión. Por fin pude frenar, gracias a la angustia, respirar hondo y decirme: "Ana, ¿qué te pasa?, ¿cómo estás?, ¿qué necesitas?, ¿qué haces, por qué y para qué?". Bloqueo. Respuestas a goteo.

El techo de mi cuarto no ayuda demasiado; en blanco, solo deletrea ciertas letras de desilusión, soledad y vacío, que nada aportan a mi mente. Cierro los ojos y percibo el cielo, claridad absoluta, luz y algún que otro peldaño de nube. Alcanzo el silencio y el olor a tu nombre. Y descubro que te echo de menos, que no quiero más desorden, que quiero que ordenes mi amor a tu antojo, que no exista la distancia que siento pese a tenerte abrazado a mi cuando te pienso y sobretodo, cuando no y más sabes que te necesito.

Estoy tan cerca de ti de alma y tan lejos de cuerpo que me sobran los límites de mi piel y me faltan los de la tuya. Y sé que estoy viviendo un sueño y la vida no es lo que estamos creando, pero sin ti, no sabría en cuál otra vivir. Nací para estar contigo y contigo voy a estar.

Lo que me pasa es que te amo. Lo que necesito es a ti. Lo que hago es llamarte, porque te necesito, para llenarme de ti. Me desbloqueas con dos palabras, y creas una cascada de sensaciones cálidas que me remueven y empujan a sonreír. Abro los ojos, y aunque no te veo, sé que estás aquí.