24 de enero de 2010

Anoche fue la intensidad

Anoche fue la intensidad la protagonista en todos los sentidos. Quise dejar de hablar varias veces, mientras mis labios expresaban todo aquello que no habían dicho en muchísimo tiempo, tanto que ni siquiera se habían pronunciado ciertas palabras ni se habían hablado ciertos temas. Quise callar mientras hablaba y temblaba. Removí el pasado, me vi en el presente y no pude más que pensar en el futuro.

Fui escuchada como normalmente escucho y fui comprendida como normalmente intento comprender. Qué grato fue encontrarme contigo en la vida. Gracias por ayudarme a caer en la cuenta de que necesito demasiado todo lo que me diste anoche; paz, comprensión y apoyo.

"Hay personas esparcidas por el mundo que no buscan que las llenen ni llenan a nadie. Los raros son los demás, los que lo intentamos." Y dijiste tremenda frase, y te quedaste tan tranquila. Y dijiste otras tantas y seguían desbordando la misma sabiduría. Confiaste en mí y te di mis pensamientos más ocultos. Si eso no es ser humano, dime qué es serlo...

Confieso que remover tanto duele demasiado. Duele porque hiere, y hiere por que se quiere. Cuando se sufre a causa de algo o alguien hay distintas formas de actuar: reirse de todo, llorar y amargarse, mirar a otro lado o esperar que vuelva y mandarlo de vuelta al "olvido".

Tengo demasiados frentes abiertos en este momento y ganas de zanjarlos para sentirme bien. Reírse es una opción, ayuda a quitar hierro al asunto pero preferí llorarlo, para limpiarme con más fuerza de como lo hace la risa... La risa es un plumero que esparce el polvo del asunto, el llanto, en cambio, arrastra, borra y purifica... Y ayer purifiqué...

Queda un árduo camino por recorrer, pero tengo lo necesario para emprender el recorrido. Me tengo a mí y la tranquilidad de saber, que si me tropiezo y caigo... os tengo a vosotros...

...cuenta atrás...

20 de enero de 2010

Días de todo

"Tengo tantas emociones juntas, que van divagando por mi cuerpo con la única finalidad de hacerme sentir viva."

Si me preguntaran que qué aconsejo cuando el mundo se ve gris, cuando las rutinas agobian, diría que una buena terapia es compartir con otras personas un espacio, un tema y un tiempo específico.
Hoy la vida me dio esa oportunidad de nuevo, y hoy me siento nueva.

El "teatro del oprimido" es una buena manera de expresar todo aquello que sentimos como una carga a la espalda. Las raíces históricas son realmente interesantes y el fruto excepcional. El primer contacto con este mundo me ha traído nostalgia y a la vez ganas de expresarme con cada una de las herramientas que me ofrece mi cuerpo.

Por un lado, el miedo al contacto físico en realidad es miedo al cuerpo de una misma, no reconocerse como tal, tener miedo que otros encuentren lo que ni te atreviste a mirar. Hoy se me olvidó, pude ser un ser humano, me sentí tranquila, comprendida y acompañada. Por otro lado te rodean personas que no conoces pero que empiezan a perfilarse con solo devolver una sonrisa o regalar una caricia.

Un día de reflexión después de un largo día de autocrítica. La vida regala tiempo para todo, solo hay que saber disfrutarlo y completarlo con la esencia de uno mismo.


19 de enero de 2010

Dulce nostalgia

Hoy, después de casi un año, me han dado y me he dado, la oportunidad de sacar cosas de dentro que a nadie había explicado. Me han dejado contar mi experiencia, me han dejado transportarme al pasado, he repasado conversaciones y sensaciones. He vuelto a Nicaragua desde la mente occidental.

Puede sonar extraño, pero cuando estaba allí me sentía tan a gusto con todo y todos, que emprendí un viaje mental hacia sus creencias más profundas, sus valores y costumbres y dejé a un lado los míos; sinceramente, encajaba mejor con ellos que con lo que supuestamente era mío, lo que llevaba en mi mochila desde España, desde que nací.

Cuando pasa el tiempo y revisas lo vivido siempre queda una imagen distorsionada de una misma, en otro contexto, otro momento y lo sientes como otra vida incluso. Cuando me recuerdo allí, entre personas increíbles que llenaron mi vida de alagos y mimos, me doy cuenta de lo mucho que les debo y lo nítido que quedó mi recuerdo allí, casi como un olograma. A día de hoy, después de 9 meses de mi marcha, siguen recordándome que estoy presente en ellos. Siguen recordándome, por qué siguen presentes cada día en mí.

Es muy difícil volver y no querer marcharte de nuevo. No querer volver a esos rincones dónde reíste a carcajadas y lloraste sin consuelo de alegría o pena. Y no queda otra que mirar adelante, seguir el camino que el corazón va marcando. Buscar la felicidad, aunque vayas llenando tu diario de recuerdos que nadie entiende, porque nadie ha sentido el amor de unos amigos que no se olvidan con el tiempo, de unas famílias capaces de adoparte como una más, de unos niños capaces de hacerte sentir primordial en sus vidas y de una energía en general que nadie podrá borrar por el resto de mi vida.

Nicaragua ha sido agua y fuego para mí, luz y penumbra, cielo y tierra, amor y paz. Y aunque el destino me esté llevando a otros lugares y mi futuro sea incierto, aunque con espectativas increibles, ese pedazo de tierra en el que viví 7 meses de mi vida se quedó con parte de mi memoria y de mí para siempre.

La nostalgia es bonita cuando no duele y yo solo siento alegría al recordar mi Nicaragua.

18 de enero de 2010

El mundo

"Cuando nacemos nadie nos explica cual va a ser nuestro rol en el mundo. Tenemos, normalmente, las necesidades básicas cubiertas, nos introducen en un sistema formal de educación que se supone nos dará las bases académicas y personales suficientes para conseguir "ser alguien en la vida". Nadie, absolutamente nadie nos dice, que ya somos "alguien" en el mundo.

Freud hablaba en sus teorías del "ello" el "yo" y el "superyo". Para él, las personas tenemos un pasado genético que nos condiciona, un presente que sentimos y sufrimos y a parte de eso, personas que nos rodean que anulan y corrompen nuestras propias percepciones. Creo que Freud presintió cada uno de esos días en que siento que el paso que doy me lo están borrando mientras intento dejar la huella. Hoy pensé que Freud no va a dar, al menos en mi vida, más base teórica a mis días.

Desde que era pequeña tuve la sensación de que cada día tenía marcado sus metas y debía cumplirlas. Algunas veces, algunas de ellas, podía dejar de cumplirlas por un par de días puesto que no corría prisa llevarlas a cabo, pero siempre debían tener una fecha de fin, y jamás me quedé sin esas metas pequeñas de la vida. Cuando unas acababan, otras empezaban. Deberes, trabajos, salidas, encuentros,...

Luego vas creciendo, pasas del instituto a la Universidad y empiezas a trabajar. Pierdes a los amigos con los que antes te creías llena y entiendes que si no comprendes que existes como ser independiente e individuo diferente al resto, seguirás respirando porque el cuerpo aprendió por inercia, pero nada más.

Emprendes el camino de la vida sin que nadie te haya dicho realmente lo que esperan de ti. Lo sabes porque
culturalmente te lo han inculcado, no porque consideres que es la mejor opción. Pero ya no hay metas más allá de las que tu te quieras marcar, y ahí empieza la vida de verdad, en el momento en que tienes las riendas de tus acciones y también las de las consecuencias a esas acciones. Ahí es dónde por primera vez en la vida te sientes completamente perdida y empiezas a recordar esa niñez perdida, de metas diarias, y no de metas de por vida.

Pero no es momento de quedarse en la nostalgia, es cuestión de respirar hondo, mirarse al espejo y recordar que no estás sola, que hay más seres como tu perdidos por el mundo y que tienes la opción de demostrarte que aprendiste lo necesario para "ser persona"... ahora lo entiendo... Después de los años comprendo que te conviertes en persona, cuando por tus andanzas, tus experiencias y tu principio de sabiduría, puedes ser modelo a seguir de otra gente perdida.

Ahí, cuando reconoces al otro como ser humano, como "persona", es cuando lo conviertes en ello. Cuando los demás te miran y ven a alguien con cualidades y defectos, naces como persona ante el mundo. Hasta entonces, eras un
puzzle de una parte de una figura incompleto, ahora puedes continuar el proceso, ayudando a otros a completar sus rompecabezas. Dejando que otros te muestren nuevas piezas para seguir creciendo.

Tengo mucha suerte. Mi modelo a seguir me lleva ventaja en la vida, me muestra opciones que consideraba perdidas y me ayuda a sentirme realmente realizada a cada paso.

Más allá del amor, hay admiración y respeto. Más allá del cariño, hay lealtad y de nuevo amor.

Y a día de hoy, no quiero formar parte del "superyo" de nadie. Quiero crear un "ello" mágico para el futuro y un "yo" contigo."