24 de agosto de 2010

Hoy

"Las emociones se apoderan de mi. Me dejo llevar por ellas, pero no sé cuándo llegaron ni encuentro la manera de llegar a la raíz, a la semilla que las ha hecho crecer así y dar los frutos que están dando. Tengo sueño, ya no sé si por costumbre o necesidad, pero mis ojos piden tregua a cada rato y como el mundo no me reclama yo sigo metida en mi guarida, resguardada del aire renovador. Me gusta saberme ausente y así entretenerme en buscarme.

Rondan nombres por mi cabeza, imágenes y personas que me importan, pero me resigno a pensar, añorar y dormir. No tengo fuerza para cambiar mi estado y tampoco la busco. Quiero sentirme así. Sé que cuando mejore no habrá quién me pare.

He tenido presentimientos, angustias y desvelos que anuncian que algo malo va a llegar en breve. Quizás por eso estoy recogiendo fuerzas, aislada del mundo, para enfrentarlo cuando llegue. Quizás solo me estoy dejando llevar por el miedo. Sea como fuere, hoy soy consciente de la situación y aun así me adentro en ella, me jacto y regocijo hasta que me canse de esta soledad."

16 de agosto de 2010

Uno de tantos pasados que no existen II

"Eran las 3 de la madrugada y no podías dormir. Me llamaste aunque sabías que estaría con ella o quizás precisamente por eso lo hiciste. "Me falta el aire", fue tu frase al preguntarte cómo estabas. No sé si sabías que tenías ese poder sobre mí, pero inmediatamente me quedé sin aire en mis pulmones y tuve que hacer un esfuerzo enorme para que no lo notaras. 

Eran las 3 de la mañana y Ana se había quedado dormida a penas media hora antes. No quise molestarla y me fui al comedor para hablar contigo. En cuanto supiste que no estaba cerca de mí, volviste a respirar aire y con él, volví a respirar yo también. Me contaste que Juan no era lo que esperabas, que necesitabas desahogarte conmigo, porque, pese a todo, era tu mejor amigo. Yo quise preguntar a qué te referías con aquél "pese a todo", pero no tuve valor. Me pediste un consejo y te lo di. "No te merece, déjalo". No hablaba yo, eran mis celos. A ti te encantaba hablar con ellos, te sentías importante. A mi me derrotabas cada vez que ellos te daban la razón.

Abriste la ventana de tu cuarto y sé que me lo dijiste para que recordara aquellos momentos en que o la abríamos o nos moríamos de asfixia con tanto amor sobre las sábanas y fuego brotando de la piel. Suspiré. Sonreiste. Volviste a derrotarme una vez más. Te sentiste victoriosa nuevamente. Me dejé caer sobre el sofá sintiendo que el alma pesaba el triple esa noche; mi sangre reptaba por mis venas, espesa y oscura, vivida. 

Tuve que preguntártelo: ¿Por qué me sigues llamando?. El silencio se hizo hielo en el teléfono y entendí que una vez más mis dardos te hirieron. "No puedo decirte lo que quieres escuchar", me dijiste, creando un iceberg en forma de teléfono en mi oreja. Harto de tanto teatro y dolido, solo pude hacer una mueca de duda, sarcasmo y mentira. "¿Estás ahí?", preguntaste. "Sí, lo estoy, pero no como tu querrías". Colgaste.

Ana dió un portazo en la cocina rompiendo el silencio que me arropaba, rompiendo la melodía que el pasado había dejado en mi. Abrí la puerta y la encontré llorando, tensa y más pequeña que nunca sentada en la mesa, apoyada en sus manos, sin mirarme. No me acerqué, no dije nada. Sabía que había escuchado toda la conversación, que una vez más me cortabas el aire, me hechizabas con tu vida y se rompió un poquito más por dentro. Yo la quería, pero no lo suficiente como para sacarte de mi vida. A ti no podía dejarte a un lado. 

Le di un beso en el pelo y no se apartó, pero dejó de llorar, supo que algo diferente pasaba. Esa noche no le pedí perdón ni le prometí cambiar; no acabé borrando tu número de teléfono del móvil a pesar de sabérmelo mejor que mi DNI y tampoco le juré que ya no te quería. Le di un beso en el pelo y me marché.

Ana no era de esas que te ruega, es de las que prefieren ser rogadas, y se lo agradezco. Creo que Juan no es como ella. Él no entiende que propicies discusiones para poder llamarme después, pero sabe que yo jamás volvería contigo ni la ventana de tu cuarto volvería a pedirme a gritos que la abriera. Juan sabía que me habías perdido. Solo hacía falta que lo supiras tu."

Uno de tantos pasados que no existen

"Sabías de sobras que me daba miedo volar pero conseguiste que cediera. Me agarré a ti como si mi vida se fuera en ello, me dejé llevar con los ojos cerrados con fuerza. Extendiste tus alas y echamos a volar.

Jóvenes, despreocupados y dependientes de nuestros miedos. Así nos recuerdo surcando los cielos y las tierras que nos acompañaron el tiempo que pasamos juntos. Tu me explicabas, yo te entendía. Yo te miraba, tu te dejabas mirar. Tu me mentías, yo lo aceptaba. Yo te celaba, tu tuviste una excusa para dejarme caer desde el cielo.

Sigues volando. A veces te miro y entiendo y acepto tu actitud, otras veces, me provocas un dolor intenso difícil de describir. Aun sigo cayendo desde que me soltaste, esperando a que todo mi ser en conjunto sepa que ya no estás."

14 de agosto de 2010

Podría...

Podría y sin embargo me niego; caer en la tentación del día sin sueños, de las horas simples, del amor ajeno.

Podría volar con alas y caminar solo con pies, escucharte sin sentidos, o quizás desaparecer. Podría vivir muriendo o morirme en vida, más no quiero.

Podría decirte adiós evocando un "hola, bienvenido, te echaba de menos"; podría mentir mintiendo y serte insincera, podríamos caminar de la mano y sentirnos helados...pero prefiero arder imaginando y quemarme con hielo. No eres de carne y hueso, pero te quiero.

Podría fingir el sonido de tu silencio a la perfección; tocar tu canción favorita con la única baza de la fantasía. Podría pedirte perdón por amor y dejarme la piel en tu risa. Podría darte razones tristes, angustias simples, caricias vacías...Podría reírme de ti, mientras tus palabras me miran.

Podría seguir esta declaración de incorduras y prometerte la luna; frenar en seco mis dedos y pasar a tu cintura, pero antes, podría y puedo decirte que del quiero al puedo hay un paso, y mi paso está en proceso...Te quiero y puedo...podría desistir, pero te quiero.

12 de agosto de 2010

Cualquier día es un buen día

Te pienso y me pregunto qué hago aun aquí...
recorriendo estas calles sin ti.
El café se quedó dormido en mi boca
sabiendo que mi cuerpo solo evoca el gusto de tu piel;
ya nada consigue la sal, ni el azúcar endulza mis días,
solo tu voz condimenta mi vida.

Solo tus versos rotos se me clavan
y recomponen las heridas del pasado,
llenando cada brecha con sus plumas
calmando mis nervios con ternura.

Y siento hormigas de amor recorriendo mis manos;
que son caricias que nacieron y aun no te han llegado
mientras mis ojos te dibujan sobre cualquier lienzo de rutina
y conviertes mis dos labios en sonrisa.

Tus manos son la brisa que me envuelve
y el por qué de que no haya día
que mi vida no sea la más afortunada
por ser tú quién le da alas, quién le da aliento...

8 de agosto de 2010

¿Me dejas llenarte de amor?

Esa debió ser la pregunta que me hiciste en silencio cada vez que tus gestos y actitudes, detalles y mimos me rozaban como si fueran manos llenándome de caricias. Te contesté callada, dejándome llevar por los caminos que trazabas. A tu lado, todo estaba bien, las tristezas pesaban menos, las alegrías brillaban el doble.

Rebosante de amor me encuentro hoy sin haberte tocado aun, sin haberte visto de fuera hacia dentro, aunque si de dentro hacia fuera. Me has dado motivos para querer cambiar mi vida y has puesto meta a mis sueños; no sé si soy afortunada o la más rica del mundo... Permíteme un deseo más: cumplamos todo lo prometido, porque a tu lado, codo a codo, seremos mucho más que dos...

7 de agosto de 2010

Sabré llegar

Tengo la mochila preparada desde hace mucho tiempo. Llevo esperando irme de viaje hacia el destino hace muchos meses ya, pero como siempre sucede, aparece un pero. Me falta el dinero y me sobran miedos. 

Mi espalda, cargada como nunca de esperanzas, sentimientos y ganas ha dicho: "¡basta!", y me ha dejado en cama un par de días, agarrotada, como intuía se sentía el alma. Se alió con mi cuerpo y me han tirado sobre el colchón, sin pedir permiso, sin hablar conmigo...y merecido lo tengo.

No me escucho, no me cuido, no me entiendo ni acompaño; voy al son de varios ritmos a la vez, evitándome y pendiente de lo externo. La huelgas de mi cuerpo son entendibles; la presión que me aqueja también.

Mi destino está en mis manos y tu amor es el camino perfecto por dónde trazarlo.

Voy a mejorar y a caminar conmigo, para llegar hasta ti.

3 de agosto de 2010

Marwan

Es la primera vez que voy a escribir sobre alguien que no conozco, que no me conoce y que pese a haberlo saludado anoche, seguramente no sepa nada más de mí, ni yo tenga la suerte de cruzar algunas palabras más con él.

Aun y las circunstancias, aunque no nos conocemos, escucho su música y sus letras y me doy cuenta de que los seres humanos no somos tan distintos; que no importa el sexo, la procedencia , la edad o los genes, que se puede sentir la vida y lo que conlleva estar vivo, de la misma manera.

Estuve sentada entre el público, pero solo le escuchaba a él, le miraba e intentaba comprender de qué manera un don como el suyo se complementa de forma tan exquisita con la humildad, la cercanía y el amor. Y entendí que hay personas con suerte y él es afortunado y único, cosa que convierte a su entorno en invencible y doblemente afortunado.

Invitó a cantar con él a dos grandes, Rafa Pons y Diego Ojeda, y el cariño que se vio se tenían inundó la sala Monasterio de Barcelona. No es de extrañar que se rodee de este tipo de artistas; dios los cría y ellos se juntan...

Al final del concierto pude hablar con él. Me acerqué con el corazón tan lleno de emoción, y admiración que mis palabras sonaban a eco lejano. Hablamos de mi amada Nicaragua, y aunque llevo en España más de un año desde que volví, hablar con él y verle el sentimiento en los ojos de nostalgia, de emociones encontradas, me hizo sentirme comprendida una vez más, como nadie había conseguido en el tiempo que llevo de vuelta. Salí de la sala llena de amor y emoción y quería dejar constancia de que siento que no todo está perdido mientras haya seres como él respirando el mismo aire, luchando contra la injusticia y reivindicando la vida acompañada de sonrisas. 

Gracias Marwan, te espero en mis oídos y seguiré acomodando tus letras en mi alma. 

Sé feliz, siempre... Se recoge lo que se siembra, así que estoy segura de que serás inmensamente feliz si sigues siendo como hasta ahora...y no dejes de dar demasiado: Vaciarse de buenos sentimientos es llenarse de buenas recompensas...